Por: Antonio Andraus Burgos
Durante su mandato de más de dos décadas, el Béisbol Organizado cambió sus parámetros y deja formatos que le abren un inmenso espacio al Béisbol de las Grandes Ligas en el mundo.-
Alan Huber Selig, es su nombre de pila, pero nadie lo conoce en el mundo deportivo con esa identificación civil.
Otra cosa es Bud Selig, el octogenario y prestante dirigente deportivo norteamericano, cuyo paso por el béisbol, deja una leyenda como verdadero innovador para las Grandes Ligas, en donde tuvo más aciertos que errores, y por cuyas ideas sale con la cabeza erguida, por la puerta grande del Béisbol Organizado, sin que nadie se atreva a desconocer que bajo su orientación, cambió por completo la empresa y el negocio del béisbol.
De ello que a nadie le quepa la menor duda.
Selig tomó el mando en momentos en que el pasatiempo favorito de los norteamericanos estaba haciendo agua por todos los lados, y gracias al vuelco integral que le dio a la organización, puede decir hoy, después de abandonar el cargo de Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas, que cumplió a cabalidad con el deber, con la confianza depositada en él por los propietarios de las 30 franquicias que conforman el conglomerado, y que su ejecutorias serán recordadas más por las cosas buenas que alcanzó, que por lo pocos desaciertos que tuvo.
Un hombre del deporte, pero por encima de todo del béisbol, asumió el mando de la pelota organizada en la crisis más grande que ha vivido el negocio, incluyendo la huelga de peloteros de 1994, cuando por primera y única vez, no se pudo jugar la Serie Mundial.
En la gran crisis
Durante 20 años, Selig fue propietario de la franquicia de los Cerveceros de Milwaukee, y en su calidad de empresario, sabía cómo se movían los hilos del béisbol, conociendo de primera mano que su deporte favorito se estaba anquilosando en vericuetos pocos productivos, y no tenía proyecciones para la organización del béisbol, decidió poner en marcha ambiciosos programas que, al final de cuentas, le dieron óptimos resultados.
En 1992, fue el encargado de promover una revuelta frente al comisionado Fay Vincent, y los dueños de las demás novenas, lo apoyaron y lo exaltaron para que ocupara el cargo de presidente ejecutivo de la organización, y seis años más tarde, fue elegido Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas, el noveno dirigente en ocupar tan alto cargo.
Fue un período de crisis verdadera. En 1994, hubo la huelga de jugadores que por primera vez en la historia del centenario deporte, no pudo efectuar la Serie Mundial, la contienda que cada final de temporada, declara vencedor a la mejor novena, que vino a desatarse con la intervención del sistema judicial de los Estados Unidos, para que las acciones del béisbol se reanudaran con una recortada campaña del 95, pero con una plataforma de acuerdos que le han permitido, hasta la fecha, que navegue sobre aguas tranquilas.
Durante su mandato de algo más de 22 años, Selig se encargó de modernizar todo el engranaje de las Grandes Ligas, considerándose hasta el momento, como el gran innovador de la pelota organizada, por sus ejecutorias y por las transformaciones que desarrolló durante su mandato.
Con el respaldo que le otorgaron los propietarios de la organización, desaparecieron del sistema de presidentes de la Liga Nacional y de la Liga Americana, para quedar él con el poder absoluto de gran Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas.
Cambios y más cambios
Luego de vender su franquicia, los Cerveceros, Selig se dedicó por completo a pensar en lo que necesitaba el béisbol, a transformar el sistema de juego, a buscar equilibrio entre las novenas y a conseguir que el espectáculo mejorara de principio a fin.
Superado el pésimo aliento que dejó entre los aficionados el amargo sabor de la huelga de peloteros, Bud se puso a la tarea de encontrar fórmulas que le dieran a la afición el estímulo necesario para volver a los estadios, y de hacer del juego, el gran espectáculo de todos los tiempos para la inmensa fanaticada norteamericana.
En 1994, es cuando Selig, como director ejecutivo encargado de las Grandes Ligas, cambia el formato de las ligas, dividiendo ambos circuitos en tres zonas, Este, Central y Oeste, para que se conjugue un sistema de competencia con menos equipos pero con mayor solvencia beisbolera.
Fue en el año de 1995, cuando Selig decidió poner en marcha el sistema de comodines, con la disputa de las finales de ligas entre los ganadores de cada uno de los sectores y el mejor segundo de ese circuito.
Como si fuera poco, en 1997, lo que nadie creía que se podía producir, consigue que los dueños aprueben el sistema de juegos interligas, para que los grandes clásicos que apenas se veían en las Series Mundiales, entre novenas de trayectoria y rivales de muchos quilates entre sí, pudieran anticiparse frente a los aficionados de todos los estadios de las mayores antes de llegar al Clásico de Otoño.
Y muchas más
Bub Selig durante su mandato, amplió a 30 el número de franquicias, al aceptar a los Cascabeles de Arizona, en la Liga Nacional; y a los Rayas de Tampa, en la Liga Americana, divisas que debutan a partir de 1998, cuando cada circuito suma entonces 15 novenas en competencia, así como la construcción de varios estadios en el territorio norteamericano.
Dentro de los cambios ejecutados durante su administración, Bud Selig trabaja arduamente en busca de darle a la organización ingresos sólidos, al crear el propio canal de televisión, que ha sido hasta el momento, un verdadero éxito; al vender por el sistema de internet mediante suscripciones pagadas las temporadas de cada año, algo que al comienzo no fue tan valorado, pero que ahora representa un buen ingreso para el béisbol; consiguió la aprobación del impuesto de lujo, para que las novenas con mejores ingresos y de acuerdo con un tope que se establece cada año, una vez sea superada la cifra, debe pagarse una cuota para dividirla entre las novenas con menor solvencia económica, lo que ha permitido equilibrio, pues los clubes denominados ‘’chicos’’ cuentan con mejores ingresos; y batalló hasta el último día de su mandato, en campañas para conseguir que la afición regresara a los parques de pelota, algo que ha sido, sin discusión alguna, una tarea titánica pero alentadora, porque el retorno de la fanaticada ha sido lenta pero segura.
Agreguémosle a todo esto, que en el 2012 aumentó un comodín más para la disputa de las finales de cada liga, lo que permite al mejor tercero se enfrente al mejor segundo clasificado del circuito, en partido de infarto, en busca del cuarto cupo para disputar la final tanto de la Nacional como de la Americana.
Fue el artífice y el apoyo decisivo para que cada cuatro años se dispute el Clásico Mundial de Béisbol, que lentamente ha venido tomando el impulso necesario entre los países que compiten en esa justa, apareciendo en materia competitiva en el 2005, que ya lleva tres torneos, con dos victorias para Japón y una para República Dominicana, en donde participan los mejores jugadores que actúan en las Grandes Ligas, con el uniforme de su respectivo país.
Y como punto final, para no hacer tan extensa esta nota, porque hizo otras innovaciones que dejan al béisbol en una cima envidiable frente a los otros deportes profesionales que se juegan en los Estados Unidos, la introducción de la repetición instantánea de la TV, para decidir, primero, si un batazo era cuadrangular o no; y luego permitirle a los estrategas de las novenas, retar las decisiones arbitrales en jugadas controvertidas en las almohadillas, que han sido un verdadero éxito.
Manejo controvertido
Una de las críticas que más ha tenido la administración de Selig como Comisionado del Béisbol, fue la manera en que la era de los esteroides y las hormonas de crecimiento, hizo de las suyas en las Grandes Ligas, cuando era Vox Populi que el rendimiento de muchos peloteros, a la vista de todos, estaba por encima de lo normal y corriente, y que la ‘’trampa’’ que muchos hicieron era tan notable, que saltaba a la vista con apenas observar sus complexión física para darse cuenta que algo anormal estaba sucediendo.
Pero al final, Bud Selig sentó precedentes, sancionó sin que le temblara la mano cuando hubo las comprobaciones del caso, y abandona el cargo de Comisionado del Béisbol, dejando para la historia la sanción más importante que se le ha dado a un jugador de las mayores, por violar las norma del antidopaje, en cabeza de Álex Rodríguez, la estrella de los Yanquis de Nueva York, cuya mancha la cargará de por vida.
Bob Manfred es el nuevo Comisionado desde enero de este año, y su tarea, seguramente fundamentada en muchas de las cosas que Selig dejó dentro del tintero por hacer, las desarrollará a carta cabal, porque tiene trayectoria dentro de la propia organización.