Dura realidad

No hay nada mejor que ver las cosas desde las lejanías, sin tomar partido, sin escuchar a los profetas del desastre, para poder analizar los hechos con tranquilidad y sin apasionamiento…

Por: Gabriel Ortíz

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Pero como se requiere información lo más acertada posible, urge un ingreso a fuentes confiables, leales y próximas. Esta época la modernidad nos da la posibilidad de sumergirnos en medios electrónicos que mengüen la distancia. Los diarios, la radio, la televisión, los medios electrónicos, el teléfono, las opiniones de expertos y la internet, nos mantienen al día con cuanto ocurre en cualquier lugar de la tierra. Colombia no es, no puede ser la excepción, aunque quienes habitamos dentro y fuera, seamos expertos en desconocer, y más aún torcer la realidad.

A diario se conocen desastres, atentados, desmanes, violaciones y toda suerte de actos que van en contra de las normas, de las costumbres, de la sociedad. Al mismo tiempo sucesos que nos dan a entender que se dialoga, se trabaja, se recorren caminos difíciles pero alentadores. ¿Cómo sopesar estas dos tendencias? Esa es la encrucijada a la que se deben someter los desprevenidos, y los más o menos enterados de un fenómeno poco entendible en un país como Colombia.

La buena fe, parece no ser de este mundo en esta zona tórrida en la que se encuentra enclavada nuestra patria. La seriedad, la confianza, la manera recta de actuar, el compromiso con la comunidad, el amor por nuestra gente, solo aparecen en titulares y fugaces declaraciones a través de los medios: especialmente el twitter, del que se abusa de un tiempo para acá.

Estamos manejados por una clase dirigente que apática, indolente, impávida e insensible mira el discurrir de los más grandes desafueros y tropelías; una autoridad negligente, desidiosa; unos opositores voraces e insaciables, unos delincuentes guerreros y de cuello blanco mancomunados y un pueblo indiferente… desprotegido… sufrido… al que todos someten, para sacar el mayor provecho.

Pero, a pesar de todo, hay que ponerle el pecho a este “desmadre”, tratar de comprender fenómeno tan cruel, irracional e incomprensible, que nos lleve a una tregua, que nos saque del laberinto y nos conduzca a una tierra prometida, o por lo menos imaginada. Entre tanto seguiremos el firme derrotero hacia el caos y la autodestrucción.

BLANCO: Por fin alguien ofrece una Bogotá organizada: Pardo parará este caos.

NEGRO: Uribe y Robledo contra ley anticontrabando. Dice mincomercio.

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