Por: Laura Bello Urbina
Erase una vez un mundo donde los carteros existían, donde el amor requería de esfuerzos, donde las fotografías eran un lujo y donde la gente miraba de frente. Un mundo donde las conversaciones requerían de encuentros, de hablar en voz alta, donde el espejo era el mejor crítico y las madres las mejores consejeras. Como olvidar el mundo donde el sonido del reloj viejo era la mejor alarma, el sol un llamado y la lectura un buen amigo. Aquel tiempo donde las amistades eran inquebrantables, el amor lento, la confianza fuerte y las bibliotecas lugares maravillosos. Donde el enemigo de la tecnología no arrasaba con el espíritu humano que rondaba en cada uno.
Si, aunque suene un poco utópico, así era el mundo cuando no existían las redes sociales, es mas cuando la mejor adquisición tecnológica era un televisor a blanco y negro y las fotografías un lujo casi inalcanzable. Pero un día toco a la puerta un mundo nuevo, algo que cambiaria la manera de pensar de cada uno, el modo de hacer amigos, de entablar amistades, hasta transformo el amor y el sacrificio que por el tantos ya habían pasado.
Eso que toco a la puerta no era ni más ni menos que las famosas redes sociales. Si llegó con el propósito de conectarnos, de hacernos ver que la tecnología sería capaz de hacernos sentir mas cerca de lo que realmente se estaba, darnos la capacidad de vivir en un mundo “mejor”. No solo fueron las redes sociales, en general la nueva tecnología permite no solo mantener las relaciones cerca también tener el mundo cerca, las noticias, la información, las historias, todo puede estar al alcance de un clic y cualquiera por medio de esta ser un gran escritor y un gran fotógrafo.
No me mal interpreten la tecnología fue un avance significativo para los seres humanos, nos llevo al futuro; sin embargo mi punto aquí es que también nos hizo olvidar de costumbres especiales que nos hacían más humanos y menos robots. El amor se demostraba con detalles, cartas perfumadas escritas a mano que un cartero dejaba en los buzones, visitas inesperadas y palabras más sinceras, ahora el amor se basa en “likes”, en mensajes cotidianos que se tornan habituales, celos cibernéticos, y relaciones virtuales.
Las amistades ahora tienen numero en “Facebook”, la popularidad se basa en amistades virtuales y conversaciones sin fin en “Whatsapp”, donde quedaron los amigos reales que se fundamentaban en momentos vividos y no en conocer al otro por lo que publica en sus redes; recordar el cumpleaños de un amigo era un reto para la memoria y no un recordatorio virtual. Además de esto la imagen personal era eso personal y el mejor critico un espejo, pero el día que tocaron la puerta, el mejor critico se convirtió en la foto de perfil que los demás mostraran, la cantidad de comentarios o likes que estas tuvieran y las críticas de los muchos amigos que tienen acceso a estas, causando así siempre querer complacer estereotipos de todos esos personajes virtuales y esas caras frías que nadie conoce.
Los cafés, los restaurantes, las salas de espera, las calles, los aeropuertos, buses, es decir todos los lugares de aglomeración social, eran testigos de miradas inesperadas, encuentros improvistos, saludos cruzados, y conversaciones extensas pero después de la pandemia tecnológica estos lugares ya no eran más testigos de esos pequeños momentos y si de entes absortos por pantallas, vidas virtuales y conversaciones irrelevantes que les impide ver gente real y valorar los momentos mientras se viven.
No olvidemos que las mejores ideas salieron de mentes creativas, de espíritus grandes, que las obras de arte son únicas e irrepetibles,
los libros mundos desconocidos y aventuras que gritan ser descifradas, que los sentimientos y el amor son el sustento del alma, el cuerpo una escultura original y que cada quien vive su mundo a través del mismo, se estarán preguntando porque después de todo escribo eso pero es porque la tecnología nos hace ver que somos recortes de un mismo papel y nos hace olvidar de lo increíble que es ser un ser humano.No olvidemos el reloj viejo, ni los amigos tampoco las miradas, ni el olor a sol. Hagamos más amigos y rechacemos más solicitudes de amistad…Se mas feliz y pon menos likes.
Se tu mismo y no olvides el camino hacia tus sueños.